jueves, 11 de diciembre de 2008

Carta

Esto escribió mi profesor Angelini. Es de Lengua; lo leyó el último día que nos quedamos en Jujuy, en un viaje que hicimos con el colegio para pintar murales en unas escuelas, y de paso recorrimos el lugar.

Humahuaca, 20 de octubre de 2028

A mis ex-alumnos de 3° T.M. Sullivan 2008:

Les cuento que desde que me jubilé, nos propusimos con mi esposa volver a viajar a esos lugares de la Argentina a los cuales nos ligaron tantos recuerdos, y a uno de los que no quise dejar de venir fue a Humahuaca.
Desde que llegamos el eco de sus voces, gritos y risas me invadieron. Al segundo día de estar acá quise visitar las escuelitas que pintamos y mientras recorría esas figuras ya agrietadas y casi borradas por el tiempo, me di cuenta de que mi vida también estaba pintada como un gran mural con imágenes superpuestas de mi familia, mis amigos y mis alumnos.
Y cuando alguien pinta, si realmente se compromete, deja algo pero también se lleva algo. Allá por el 2008 estaba seguro de que les dejé la imagen de alguien de carne y hueso, que tuvo que ir al médico porque se sintió mal, de alguien que puteaba, que cantaba y bailaba canciones de Sui Generis con Krako, el Riquelme de Villazón, alguien que inventó una historia de la monja Úrsula, etc., etc. Pero que a la vez se llevó de ustedes el mejor recuerdo, que fue el de querer hacer algo distinto, de ser emprendedores, solidarios e inquietos.
¿Por qué los quise acompañar? Porque aunque nunca se los dije, ustedes lo notaron: siempre los preferí. Bah, "Qué preferencia" pensarán algunos, "Me la llevé siempre" pensarán otros, o no. Les confieso que a mi juicio, el docente más comprometido con lo que hace, es aquel que exige buscando la excelencia para el alumno pero desde el afecto, desde la contención y el acompañamiento. Si ustedes lo sintieron así, misión cumplida, si no, espero que esta carta sirva para justificar cada una de mis acciones.
A esta altura de sus vidas ya serán profesionales, y muchos serán papás y mamás. Entonces entenderán cuánto cuesta separarse de un hijo. Hace 20 años, yo dejé a mi familia, que es lo que más quiero en este mundo, para embarcarme en la loca aventura de acompañar a 14 alumnos y les puedo asegurar que mantengo la misma convicción de que no fue en vano, todo lo contrario, ya que me demostraron CONCRETAMENTE por qué los prefería tanto. Me despido de cada uno de ustedes con un gran agradecimiento y un fuerte abrazo.

P.D.: Como verán la despedida es muy corta porque no me quiero despedir.

El Ange