martes, 22 de diciembre de 2009

Ratón Pérez, Reyes Magos, ortografía

Cuando era chica, le escribía cartas al Ratón Pérez. En una ocasión, le escribí una y además le pedí a mi vieja que me diera un pedacito de queso de rallar para dejarle a la noche cuando el Ratón viniera. Y me lo dio. Lo puse en la cómoda que está al lado de mi cama y me acosté. Pero como a mí me encantaba el queso de rallar (todavía me encanta), no me aguanté y me lo comí. Entonces fui a pedirle a mi vieja otro pedacito más. Me comí ese también. Pedí otro y lo comí también. Hasta que mi vieja me dijo "Bueno ya no le dejes porque nos vamos a terminar todo el queso...". Y así fue. Me sentí un poco culpable al principio por comerme la comida que iba a ser para él, pero se me pasó al toque y me fui a dormir ;). A continuación, una carta que escribí (las faltas de ortografía son de ese momento; lo que está en rojo son acotaciones mías actuales):


Sr. Ratón perez: Le quiero decir que hoy yo me tragué un diente flojo. Por favor traigame plata porque a mi me gusta ahorrar (ambiciosa desde pequeña). Yo le voy a dejar un quesito de queso (creo que quise poner pedacito de queso) y si usted se lo come tambien me tiene que decir si es un espíritú escribamé con su lapicera y Bien porque sino no la entiendo a la letra (exigente).

Firmado: Rayén Aimé (y mi firma al lado)


También hubo una época, cuando tendría 4 o 5 años, en que decía "ninodoro" en vez de "inodoro", porque cuando los demás lo decían, yo lo escuchaba así. Además pensaba que el obispo era el esposo de la avispa. Escuchaba la palabra "obispo" y me imaginaba una avispa macho, un "avispo". Era como que para mí todas las avispas eran "mujeres".
Tampoco entendía cómo una moneda de $1 valía más que una de 50 centavos, si el número 50 era más grande que el 1. Y me explicaban que 100 centavos eran $1, pero me costó entenderlo =P.
Otra anécdota medio rara era que sólo cuando comía de noche milanesas de carne vacuna, después tenía pesadillas con arañas (les tengo terror a las arañas). No podía dormir bien, me despertaba, transpiraba y si abría los ojos y miraba mi cuarto, todo lo que estaba en las paredes parecían arañas gigantes que andaban por mi pieza. Un horror.
Y el último año que creí en los Reyes Magos, les escribí una carta preguntándoles por qué no los podía ver. Les dejé una lapicera y todo para que me respondieran (siempre tan atenta yo a las necesidades de los otros, como con el Ratón jaja). A la mañana siguiente cuando fui a ver, me habían respondido: "Rayén: no nos ves porque somos Magos". En el momento me sentí decepcionada de esa respuesta, yo esperaba algo mucho más elaborado, o que me dijeran que eran espíritus (como el Ratón Pérez ajaja). Ahora pienso en esa respuesta y me cago de risa, hasta con humor me respondían mis viejos jajaja. Pero ese día ya sospeché, porque la "M" de "Magos" me sonaba a la letra de mi viejo. Además no me trajeron lo que había puesto en la carta, sino una pelota de basket, y el día anterior mi vieja estaba dele y dele diciéndome: "¿Por qué no pedís la pelota de basket? Que ya tenés el aro...". Así que todo olía medio extraño.
Y creo que ya era obsesiva con la ortografía desde pequeña. Para mi cumpleaños número 7 creo, estaba comprando las cosas para la fiesta. Y cuando la chica del cotillón anota las cosas en la cuentita, veo que escribe "Vela de ada". Y le digo: "¿Hada no va con H?". La chica me mira. Yo la miro. La mira a mi vieja. Y me dice: "¿Te parece?". Yo con toda la inocencia: "Sí sí". "¿Estás segura?" me volvió a decir. "Sí" de nuevo yo. Y al final no le puso la H ¬¬.
Son esos momentos donde se muestra toda la inocencia y las asociaciones que uno hace de pequeño. Ahhh, la infancia ^^.

jueves, 8 de octubre de 2009

Ending start - Metric

A veces, uno trata de seguir lo que el otro piensa. Pero cuando al final lo entiende, ya es medio tarde.
Por eso, si se entendió y no pudiste decirlo, mejor decirlo antes de que se pase el tren. Porque después ya no es lo mismo. Porque después queda desfasado.
Si no querés saber, no preguntes.
Si querés saber y no querés saber al mismo tiempo, mejor saber: no saber te mantiene pendiente, y después quizás hubiese preferido saber.
Si existe el motivo, no mandes excusa.
Si no sabés la respuesta, no mandes fruta.
Si no te preguntaron, no lo contestes.

jueves, 27 de agosto de 2009

Reflexiones sobre un palomo

El palomo de Puerto Madero resultó un tanto extraño. O sea: cuando trataba de sacarle una foto, y él iba hacia la izquierda, me miraba, pegaba la media vuelta y me daba la espalda, yéndose a la derecha, para que no le saque. Y si yo lograba un primer plano de él y tenerlo de frente, se me iba caminando para la izquierda de nuevo. El palomo estaba empecinado en darme la espalda, en llevarme la contra. Dicen que si la vida te da la espalda, le tenés que tocar el culo. ¡¿Pero cómo voy a hacerle eso al palomo?! Creo que es un poco mucho.
El palomo estaba bastante hinchado, inflado, con un terrible buche. Así se ponen cuando andan buscando palomas, pero no había ninguna cerca por ahí. Para mí que era un palomo insaciable. O tenía paperas.
No sé, la cuestión es que para mí, era un palomo medio finoli. Onda: "Ni en pedo me voy a quedar quieto para que me saques una foto, yo sólo cago en edificios de empresas".
Y a mí qué me importa si sos un palomo burgués capitalista, a favor del PRO, y que quizás te creés muy pro como para estar en mi foto. Igual te saqué como 5 fotos, ¡SABELO! Y las voy a vender, y mostrar, y compartir, y no tengo Facebook, pero si tuviera, me haría un album que se llame "Todos contra el palomo", y voy a lucrar con tu imagen, y no vas a poder decir ni "mu", primero porque sos un palomo y no mugís y no sos vaca, segundo porque no hablás, y tercero porque tercero.
La próxima, sé más precavido y patentate el trasero gordo que tenés (en vez de utilizarlo sólo para cagarnos a nosotros, los humanos), así nadie te puede sacar fotos. O pegate un vuelo y alejate de mi cámara. Te pensás que porque sos plumífero cagás más alto que todos, pero ya vas a ver que va a aparecer alguno y va a cagar más alto que vos. Y ahí a donde esté tu mierda, voy a estar yo para eliminarla.
Palomo, NO TE TENGO MIEDO.



Ya la cara de la foto, lo delata. No se dejen confundir por la ligera bronca que se percibe en estas letras, esto está escrito con humor ;)

lunes, 3 de agosto de 2009

Vuelta por el Universo

Uno puede viajar de muchas maneras. Mentalmente, realmente. Aunque que el viaje sea mental, no quiere decir que no sea real. En todo caso, no es tangible... es decir: no podemos sacar fotos, ni filmar paisajes, ni comprar recuerditos de regalo. Todo está en la mente, todo está en nuestra propia película proyectada en algún lugar donde la vemos sólo nosotros. Si no es concreto, si no se pueden tocar y/o ver pruebas que demuestren que hicimos el viaje, ¿sería algo así como abstracto? Sería un viaje intocable.
Concentrémonos en los viajes en general. Hay viajes de ida, de vuelta, de ida y vuelta. Los 2 primeros parecen más terminales, o sea, parecen definitorios para algo o para alguien. O te vas, o te volvés. Los de ida y vuelta dejan puertas abiertas, pero no por eso son menos peligrosos. Hay que tener cuidado si sólo tenés el boleto de ida y ya de por sí sabés que no vas a poder sacar el de vuelta. Porque las "idas" son "idas" para algunos y "vueltas" para otros, pueden ser tanto "irse" o "volver", depende en qué estación estemos: despidiendo a la persona o esperando su llegada.
Los viajes mentales pueden durar todo lo que queramos. No hay límites. Los personajes pueden ser los que queramos también, depende todo de nosotros. Somos los directores de ese viaje. El destino, los lugares en donde paremos unos minutos, el equipaje, lo que podamos comprar y quizás traernos de vuelta, todo eso está a nuestra disposición. Así que si hay errores en el viaje mental, se arreglan como queramos. Aunque sería contradictorio: si hay un error, es porque nosotros mismos lo creamos, somos los únicos que pueden poner un error ahí; manejamos ese viaje. ¿Y por qué pondríamos un error en un viaje que inventamos nosotros mismos, si supuestamente es para nuestro propio placer?
Y no sólo podemos viajar a algún lugar en especial, si no que podemos llevarnos de vuelta a un sitio del pasado. Fingir que tenemos 8 años, volver a esas vacaciones pasadas o al cumpleaños de Fulano. Ahí viajaríamos entre nuestros recuerdos, chocando con rutas ya caminadas.
Pero creo que ningún viaje tiene sentido si no la pasamos bien, si no le ponemos al menos un poco de interés. Sí, a veces no teníamos ganas de irnos de vacaciones en esa semana, a esa playa, de preparar el bolso... pero al menos algo bueno tuvimos que haber encontrado. Siempre es bueno cambiar de aire, oxigenarse, mirar otro cielo y conocer otras cosas. Salirse de lo de todos los días; ahí uno se da cuenta de que no es el centro del mundo y que hay muchas otras cosas que no giran alrededor de uno. Hay todo un mundo afuera, ya sea muy lejos o incluso muy cerca de casa. Y si el viaje fue desastroso, y sabemos y estamos convencidos de que nunca más queremos volver a ir, entonces no volvamos: elijamos otro destino la próxima vez. O quizás, el problema fue la compañía. Tal vez, con otros acompañantes, el destino hubiese estado bien. Así que probando con otros "protagonistas", todo puede ser distinto, y verse de otra manera.
Hay viajes que hacemos cotidianamente, y aunque sean cortitos y nos lleven a lugares que frecuentamos a menudo, siguen siendo viajes. Y no está mal cambiarlos un poquito todos los días, para no aburrirnos. Mejor acostumbrarnos a hacer pequeños esfuercitos que hagan una diferencia, que acostumbrarnos a aburrirnos de que sea siempre lo mismo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Monólogo del beso interior

El sueño, perverso... Y la boca, esa boca... Y el deseo, un deseo, mi deseo... Deseo la boca, el aliento, el rostro, el brillo de la mirada. Sueño, creo mundos, destapo lejanías. Y el beso, el beso, suelto detrás de las montañas que tapan todo, que juegan, que se burlan por tenerlo preso, listo para desembocar en mi boca. Los sueños, extraños sueños que extrañan el beso del tiempo. Y se suelen callar juntos, juntándose en cardúmenes de sueños, liberando el beso. Risueños, rayos solares dejando huecos. Cuando el deseo se extermina, sobreviene lo extraño. Lo extraño al beso. Si sufren, se estallan contra el sueño. Guardo cuentos para contarles a ellos, a los que todavía duran en mi boca, que se duermen y se despiertan y renacen y mueren y reviven con gusto a beso. Con el gusto frío de la escasez del amor, del juego, de ese juego que deseo. No recuerdo el frío anterior, pero juego a buscar todo lo que queda, lo que estalla, lo que vuela... Demasiados besos son testigos del desastre besar. No me importan los restos de las cosas, ni el estallido ni el juego ni el resto ni la muestra congelada de excesos ni lo nuevo ni lo bueno ni lo justo en su medida perfecta. Vuelvo a volar lejos, me llevo pasos detrás de las huellas. Tengo cráteres en la superficie de la Tierra. ¿Y si lo viejo resalta de nuevo? Escribo jugando a lo incierto, a lo catastróficamente extremo.

Monólogo interior:
*Es un libre fluir de la conciencia. Reproduce los mecanismos del pensamiento.
*Predominan los puntos suspensivos. No respeta el resto de los signos de puntuación. Está narrado en 1ra persona.
*Se utiliza para describir sentimientos oscuros o profundos.
*Cambia repentinamente de un tema a otro.
*Es similar a la página de un diario íntimo.
*No se tiene en cuenta al lector.

jueves, 7 de mayo de 2009

Vaciamiento

Estoy saturada estudiando, y prometo devolver comentarios y visitar sus blogs ni bien pueda. Estar medio lejos del mundo blogger me molesta, se extraña meterse en mundos literarios o de pensamientos buenísimos. Tampoco tengo tanto tiempo para escribir, y aunque digan que uno siempre se puede hacer un lugar para hacerlo, a veces es complicado, porque el tiempo libre que me queda, me hace sentir cansada y no me inspiro. Es como si me faltara una forma de descarga cuando no escribo.
Y ahora que me siento medio alejada de todo mi entorno y de las cosas que generalmente hacía, veo cómo tengo vínculos inexistentes, o que cada vez se apagan más. Es como si uno estuviera rodeado de gente e igual se sintiera solo. Como si las personas estuvieran, pero en estado Ausente, sin darme vínculos gratificantes, sin poder contar con ellos, sin ajustarse a mis necesidades. Y no creo que yo exija tanto, aunque a veces me lo replanteo, cuál es la verdadera causa, si es que espero demasiado o es que en realidad me dan poco.
Así que el "vaciamiento" se instala, aunque quizás sólo sea un vacío consecuencia de estar leyendo sola, horas seguidas, alejándome de esos ratos libres para respirar aire fresco y salir a ver otras cosas fuera de casa. Vaciamiento de a poco, en donde vínculos van desocupando mi corazón. Duele muchas veces cuando te despertás y de repente ya la mañana arrancó mal, y sentís que todo está igual que siempre, sólo que algo no está bien, algo no está en su debido lugar, algo falta. O será la rutina que me hace pensar que no quiero una vida rutinaria, y que realmente es más lindo cuando todos los días renovás el todo que conforma tu vida, cuando no te estancás, y no sos un espectador de tu vida, sino el protagonista. Quizás sea el invierno, que siempre me deja ese gusto a que un ciclo terminó, y aunque empiece otro, se siente más frío interna y externamente. Por eso tal vez extrañe el verano, y extrañe situaciones que ojalá pudiera congelar, aunque sea para poder sentir cosas de nuevo, para poder palparlas, para escuchar voces añoradas, para ver ojos que hoy están ausentes. Y no me arrepiento.
Parece un poco extraño que extrañe ciertas rutinas y al mismo tiempo las desprecie. Pero no es tan extraño extrañar seguridades, incluso aunque sepa que puedo tener otras. Hay huecos y vacíos que se vencen, y otros que no se pueden llenar con cosas superficiales. Tal vez sea mi afán de buscar siempre el sentido profundo, lo vibrante de las cosas, y rechazar lo banal.

viernes, 6 de marzo de 2009

¿Quién cuida de los monstruos?

Hay una serie actualmente en la tele, que es muy conocida y muchos la ven. No la veo, pero una madrugada en que me quedé viendo un capítulo de una serie que sí sigo, y después una película, y otra serie, todo en el mismo canal, de repente apareció un capítulo de esta serie. Y le siguió otro, fueron 2 seguidos. Al parecer eran los 2 últimos de la temporada, y la nueva está por empezar.
Más o menos conozco la historia, y justo en los capítulos que vi esa noche, uno de los personajes empezó a hablar de todo lo que conlleva ser un monstruo. O sea, esas personas que para el resto, o la mayoría de la gente, son monstruos, no por algo físico obviamente, sino por su personalidad.
Pero este es un personaje que aunque sea lo peor, también te inspira otras cosas. Sentís un poco de pena, compasión, te gusta, es atractivo, querés cuidarlo. Igual, no sé bien de qué podés cuidar a un monstruo... ¿de él mismo, quizás? ¿Salvarlo de su propia monstruosidad?
No hablo de cualquier monstruo, porque hay algunos que sinceramente sólo inspiran odio y repulsión, y no importan para nada, sino de aquellos que te pueden generar otras cosas, cosas contradictorias, aquellos que de vez en cuando muestran algo humano, aunque no sean humanos del todo (o quizá sí). ¿Quién cuida de monstruos así? ¿O es que no necesitan que alguien los cuide? ¿O es que no se lo merecen? Aunque los odies con un no-odio, pero no por siempre, quizás sólo por momentos, por períodos, ¿qué pasa? Monstruos que expresan su ira por todo lo que son, hacia sí mismos, y también a los demás, que están en un constante intento de salvarse a sí mismos y quizás nunca salvar a los demás... ¿a ellos sus acciones los condenan para siempre? ¿Tienen opción? ¿Pueden elegir no ser lo que son? ¿O ya están condenados? ¿O aunque no puedan elegirlo, igual no quieran lo que les tocó? ¿Es ya su destino o pueden rescribir la historia?
Este monstruo también hablaba de las personas que lo hicieron así. ¿Eso es justificarse? Eso está mal (¿o no?). Y en el caso de que tenga razón, igualmente ¿qué cambia? Capaz se pueden explicar las causas, el origen, el porqué, pero ¿justificar? Eso suena a naturalizar algo, a hacer quedar bien ante los demás, a atenuar el daño, la gravedad del hecho cometido.
Y después está el monstruo que también está decepcionado, defraudado y con una ira que lo carcome. Pareciera que los monstruos y los sentimientos no pueden ir de la mano, pero una cosa tiene un poco de la otra. Hay sentimientos monstruosos, y monstruos de sentimientos (¿se entiende?). Los sentimientos monstruosos asustan, los monstruos de sentimientos también, porque son sentimientos enormes y eso conlleva que sean difíciles de manejar. Y los monstruos asustan, pero creo que a veces asustan más cuando actúan de una manera distinta, cuando no actúan como monstruos, cuando no hacen lo que hacen siempre, y eso nos desorienta, y nos confunde. ¿Cómo se actúa ante algo que no parece ser lo que es?
Otro personaje dijo una vez en otra ocasión que todos merecen una segunda oportunidad. ¿Cómo saber quiénes la merecen y quiénes no? No todos los villanos sirven para segundas oportunidades. No todos pueden aprovecharlas, no todos sabrían aprovecharlas, aunque quisieran. Y aunque las aprovechen, ¿lo malo se iría para siempre? ¿O caerían de nuevo en la tentación?
Tal vez el amor, o hacer el bien, pueda convertir a ciertos monstruos (no a todos). Tal vez el amor pueda quitar la ira de un corazón, derretir odios, extraer balas, ablandar falsos escudos, derribar paredes que sólo sirven para aislarse, succionar venenos y rencores.
Al fin y al cabo, hay un cierto tipo de amor que es un monstruo, invencible y enorme, que no necesita salvarse de sí mismo.

martes, 17 de febrero de 2009

Champagne for my real friends, real pain for my sham friends

Hace varios días, soñé que dejabas un comentario sarcástico en la entrada "Encuentro". Me ponías algo así como "Supongo que extrañás un montón mi ausencia, ¿no? Jajaja". Yo lo leía y obviamente era sarcástico, porque sonaba así, y además porque yo suponía que te habías dado cuenta de lo que pasa ahora, de que en realidad no extraño tu ausencia. El comentario sonaba a que estabas enojada.
Creo que nunca tuvimos una relación simétrica. Creo que cada una nunca dio lo mismo, el mismo tipo de cariño. Tal vez buscábamos cosas distintas, tal vez tenemos un concepto de amistad distinto. Muy distinto.
Debo decir que un largo tiempo después de conocernos, empecé a sentir que me querías mucho, y que al mismo tiempo querías reventarme, o que no me bancabas. Que a veces mi sola presencia, mi vida, mi manera de ser te molestaban. Al principio me dolía, pero después de un tiempo la situación se volvió inbancable para mí también. Supongo que trataba de devolverte con la misma moneda, sentirme menos mal, menos agobiada. Sentía una bronca desmedida adentro, y sin embargo podía sonreírte como si nada estuviera pasando. Fui falsa en muchos momentos, para no ir al choque.
Hace un par de meses que no nos vimos más, y lamento sentir que fue un alivio. De repente, no tuve que escuchar tus comentarios hirientes, sentir tu invasión a mi espacio, a todo lo que era mío, padecer tus malas contestaciones. Te enojaste mucho cuando no fui a tu cumpleaños, y aunque te dije por qué, no lo tomaste como algo válido. Disculpá si no quería ir a estar con vos ese día con cara de culo o llorando todo el tiempo, disculpá si no quería ver a nadie. Sé que era tu cumpleaños, pero pensé más en mí que en vos, y sentía que me lo merecía. Un poco más de 2 meses después, el día de mi cumpleaños te vi, porque fui a devolverte tus sandalias y vos me diste las mías. Y nos saludamos normal. Ni te acordaste de que era mi cumpleaños, pero no me dolió, porque me lo esperaba, porque no tenés mucha memoria para las fechas, no importa qué fecha sea. Y no dije nada. Hice mi cumpleaños y no te dije. Y la verdad es que eso era lo que quería. 2 días después me llamaste al celular, pero no lo tenía encima, y cuando vi la llamada perdida habían pasado horas. No sé qué querías decirme.
Preguntate a vos misma, ¿en qué quedó nuestra amistad los últimos meses? ¿Qué era? No me digas que no te dabas cuenta de que estábamos sentadas juntas en el aula y casi ni hablábamos, o muchas veces nos contestábamos mal. No te dije nada en ese tiempo, pero era un sufrimiento. Al principio eran boludeces, pero las boludeces se fueron sumando y ya eran insoportables. No sé por qué mierda cuando me veías usando alguna birome igual a la tuya pensabas que era tuya, y me la sacabas y me decías que era tuya, que no te la gaste, y yo te decía que era mía, hasta que encontrabas la tuya y te dabas cuenta de que estabas equivocada. No sé por qué me decías explícitamente que no te gastara tus biromes, y vos agarrabas las mías sin mi permiso y las gastabas también. Un día me pudrí y te dije: "No me gastes la birome" y la soltaste y estuviste con cara de culo un tiempo. Cuando desprobabas te decía que podías llegar a la nota o que ibas a aprobar después, y me decías que yo no sabía nada, que para mí era fácil. Flaca, te estoy dando un consejo, ¿quién te pensás que sos para contestarme así? Siempre tenía que compartir todo lo mío con vos, y si me rehusaba a no darte algo, me decías "Qué forra que sos", "Qué egoísta que sos". Te convidaba siempre de lo que tenía para comer, y un día en que no tenía nada te dije "¿Me comprás 50 centavos de caramelos, que no tengo nada?". No me escuchaste, y te dije "¿Me comprás 25 centavos de caramelos?". ¿Y qué me dijiste?: -¿Vos tenés 25 centavos para darme? -No, por eso te pido. -Vos me debés plata. -¡Si te la pagué! -¿Sí? -¡Sí! Hace poco. Y me compraste los caramelos. Estaba cagada de hambre y me dijiste que te debía plata, cuando lo que te debía y ya te había devuelto eran 2 míseros pesos. Siempre tenía que explicarte cosas del colegio, te pedía que trajeras algo para tal día y te olvidabas, cero responsabilidad con las cosas, y eso me molestaba tremendamente, al punto de que quería sentarme sola y sentir la paz. Y lo peor era ver cómo te hacía favores y vos por momentos no me dabas una mierda. Si necesitabas tanto de mí porque era tu amiga, me hubieses tratado mejor. Cuando me alejaba de vos, venías a donde yo estaba, tenías que estar al lado mío. ¿Qué tipo de amistad es eso? A veces recordaba más yo tus horarios de actividades que vos, y sentía que tenía que hacerme cargo de tu vida también. No, ni muerta, yo me ocupo de la mía, y no quiero tener una hija a esta edad. Si tenías una dualidad en tu cabeza del tipo "la quiero-no la quiero", problema tuyo, te la hubieses bancado vos, no por eso me tenía que afectar a mí. Compartíamos un banco y ponías tus piernas un poco más arriba de las mías, y si te decía que las corrieras me lanzabas una mirada que tiraba rayos. Como si cada "no" que recibieras fuera lo peor, como si no pudiera osar decirte que no a nada. Tocabas todo lo que era mío, si te gustaba un anillo mío, te lo probabas y si yo no te lo pedía, ni te preocupabas en devolvérmelo. Si yo llegaba a hacerte algo así, ponías el grito en el cielo. Si tardaba mucho en algún lugar y vos te querías ir, no te molestabas en disimularlo. Pero si vos te tomabas tu tiempo y llegábamos tarde a algún lado, te parecía algo normal. Me acuerdo cuando estábamos en la habitación en Jujuy y me desperté a la noche y te dije "¿Me acompañás al baño?" y no quisiste y te volví a decir que quería ir, y sabías que no quería irme sola por todo ese pasillo oscuro, y me dijiste "¿Por qué no te dormís y vas mañana cuando te despertás, eh?". Al final me fui del cuarto y me quedé en el de las otras chicas. Y después me pedías que te prestara cosas, y tenías cara para pedírmelas. Verte tan ofendida porque no fui a tu cumpleaños me colmó la paciencia. Lo peor es que en ese momento cuando discutimos me puse a llorar y me dijiste "¿Y por qué llorás?" como si nada. ¿Y por qué va a ser? Yo ni forra ni egoísta, fui demasiado tolerante.
Sí, son boludeces, pendejadas, nadie mató a nadie, pero cosas así, mínimas, molestan mucho cuando son en cantidad. Sí, capaz "no es para tanto", pero una amistad no funciona así. Y aunque parezca que no es para tanto, para mí sí lo era. El último tiempo lo pasé pensando cuánto faltaba para no vernos más, para no seguir obligándote a verme la cara, porque a veces me hacías sentir eso: que era alguien que querías en tu vida para ciertas cosas, pero al mismo tiempo sentías la necesidad de reventarme. Cuando recibía un halago o algo bueno, veía tu cara, como si no lo soportaras. Y yo sentía que invadías mis cosas, mi espacio, lo que era mío y no tuyo.
Ahora me llamaste un par de veces cuando no estaba. Siempre quise ponerme en tu lugar, y pensé en no decirte ciertas cosas, porque sos sensible, y si nos peleábamos mal, nos íbamos a ver todos los días y cada una iba a estar por su lado. Y yo era tu única amiga, eso era lo más loco. Lamento que eso no me importe. A vos no te importó herir mis sentimientos, ¿por qué preocuparme por no herir los tuyos?

sábado, 10 de enero de 2009

Encuentro

Abrió los ojos y la vio ahí. Estaba tan serena... Tan pura y blanca como siempre, tan ángel. Nunca había estado tan linda -pensaba él-. Callada como un jardín de rosas. Una Bella Durmiente del 2008, salida de un cuento. No quería despertarla, su cabeza estaba apoyada contra él. Disfrutaba tan sólo con mirarla, en ese rostro se consumía todo el mundo, esa mujer aniñada era la Reina del cuarto. Miró para el otro lado, repasando la habitación. Recordó miles de suspiros y caricias que le habían rodado por el cuerpo la noche anterior. El calor y el sudor que lo habían envuelto hacía unas horas. Tenerla tan cerca lo llenaba de expectativas. Besarla bajo una lluvia torrencial de deseos había sido hermoso. Sentir sus latidos era como protegerla.
-¿Qué hora es? -se despertó.
-Las 11 -le contestó él.
Se dio vuelta y pudo verle los ojos de nuevo. Estaban más cristalinos que nunca, su cuerpo emanaba un aroma a frutilla. Ella le sonrió sin motivo -en realidad tenía muchos motivos para sonreír- y volvió a cerrar los ojos, acurrucándose otra vez en su pecho. La quería así. La había querido la noche anterior, la quería hoy, mañana, y todos los días que iban a venir.