sábado, 10 de enero de 2009

Encuentro

Abrió los ojos y la vio ahí. Estaba tan serena... Tan pura y blanca como siempre, tan ángel. Nunca había estado tan linda -pensaba él-. Callada como un jardín de rosas. Una Bella Durmiente del 2008, salida de un cuento. No quería despertarla, su cabeza estaba apoyada contra él. Disfrutaba tan sólo con mirarla, en ese rostro se consumía todo el mundo, esa mujer aniñada era la Reina del cuarto. Miró para el otro lado, repasando la habitación. Recordó miles de suspiros y caricias que le habían rodado por el cuerpo la noche anterior. El calor y el sudor que lo habían envuelto hacía unas horas. Tenerla tan cerca lo llenaba de expectativas. Besarla bajo una lluvia torrencial de deseos había sido hermoso. Sentir sus latidos era como protegerla.
-¿Qué hora es? -se despertó.
-Las 11 -le contestó él.
Se dio vuelta y pudo verle los ojos de nuevo. Estaban más cristalinos que nunca, su cuerpo emanaba un aroma a frutilla. Ella le sonrió sin motivo -en realidad tenía muchos motivos para sonreír- y volvió a cerrar los ojos, acurrucándose otra vez en su pecho. La quería así. La había querido la noche anterior, la quería hoy, mañana, y todos los días que iban a venir.