martes, 22 de diciembre de 2009

Ratón Pérez, Reyes Magos, ortografía

Cuando era chica, le escribía cartas al Ratón Pérez. En una ocasión, le escribí una y además le pedí a mi vieja que me diera un pedacito de queso de rallar para dejarle a la noche cuando el Ratón viniera. Y me lo dio. Lo puse en la cómoda que está al lado de mi cama y me acosté. Pero como a mí me encantaba el queso de rallar (todavía me encanta), no me aguanté y me lo comí. Entonces fui a pedirle a mi vieja otro pedacito más. Me comí ese también. Pedí otro y lo comí también. Hasta que mi vieja me dijo "Bueno ya no le dejes porque nos vamos a terminar todo el queso...". Y así fue. Me sentí un poco culpable al principio por comerme la comida que iba a ser para él, pero se me pasó al toque y me fui a dormir ;). A continuación, una carta que escribí (las faltas de ortografía son de ese momento; lo que está en rojo son acotaciones mías actuales):


Sr. Ratón perez: Le quiero decir que hoy yo me tragué un diente flojo. Por favor traigame plata porque a mi me gusta ahorrar (ambiciosa desde pequeña). Yo le voy a dejar un quesito de queso (creo que quise poner pedacito de queso) y si usted se lo come tambien me tiene que decir si es un espíritú escribamé con su lapicera y Bien porque sino no la entiendo a la letra (exigente).

Firmado: Rayén Aimé (y mi firma al lado)


También hubo una época, cuando tendría 4 o 5 años, en que decía "ninodoro" en vez de "inodoro", porque cuando los demás lo decían, yo lo escuchaba así. Además pensaba que el obispo era el esposo de la avispa. Escuchaba la palabra "obispo" y me imaginaba una avispa macho, un "avispo". Era como que para mí todas las avispas eran "mujeres".
Tampoco entendía cómo una moneda de $1 valía más que una de 50 centavos, si el número 50 era más grande que el 1. Y me explicaban que 100 centavos eran $1, pero me costó entenderlo =P.
Otra anécdota medio rara era que sólo cuando comía de noche milanesas de carne vacuna, después tenía pesadillas con arañas (les tengo terror a las arañas). No podía dormir bien, me despertaba, transpiraba y si abría los ojos y miraba mi cuarto, todo lo que estaba en las paredes parecían arañas gigantes que andaban por mi pieza. Un horror.
Y el último año que creí en los Reyes Magos, les escribí una carta preguntándoles por qué no los podía ver. Les dejé una lapicera y todo para que me respondieran (siempre tan atenta yo a las necesidades de los otros, como con el Ratón jaja). A la mañana siguiente cuando fui a ver, me habían respondido: "Rayén: no nos ves porque somos Magos". En el momento me sentí decepcionada de esa respuesta, yo esperaba algo mucho más elaborado, o que me dijeran que eran espíritus (como el Ratón Pérez ajaja). Ahora pienso en esa respuesta y me cago de risa, hasta con humor me respondían mis viejos jajaja. Pero ese día ya sospeché, porque la "M" de "Magos" me sonaba a la letra de mi viejo. Además no me trajeron lo que había puesto en la carta, sino una pelota de basket, y el día anterior mi vieja estaba dele y dele diciéndome: "¿Por qué no pedís la pelota de basket? Que ya tenés el aro...". Así que todo olía medio extraño.
Y creo que ya era obsesiva con la ortografía desde pequeña. Para mi cumpleaños número 7 creo, estaba comprando las cosas para la fiesta. Y cuando la chica del cotillón anota las cosas en la cuentita, veo que escribe "Vela de ada". Y le digo: "¿Hada no va con H?". La chica me mira. Yo la miro. La mira a mi vieja. Y me dice: "¿Te parece?". Yo con toda la inocencia: "Sí sí". "¿Estás segura?" me volvió a decir. "Sí" de nuevo yo. Y al final no le puso la H ¬¬.
Son esos momentos donde se muestra toda la inocencia y las asociaciones que uno hace de pequeño. Ahhh, la infancia ^^.