lunes, 19 de julio de 2010

Monólogo del vómito interior

Es cruel como la leche chocolatada que tomamos de mentira, de mentira, jugando a tomar chocolatada cuando no era nada más que agua con colorante marrón... o agua con barro, como cuando jugaba de chica. Marrón como la mierda, todo se reduce a vómito y a mierda y a giros que llevan al vómito (giro∞ = vómito) y el vómito que es una mierda y la mierda que salpica hasta adentro de la taza de chocolatada que apoyé en el borde de la mesada de la cocina y se rompió en pedacitos porque la dejé mal apoyada. Una dos tres cuatro cinco más de diez, súmense todas las personas que quieran a este circo donde el socio capitalista y el socio empresario nunca pueden ser dos, sino que siempre va a haber uno más o van a estar los dos en la misma persona. Es como tomar agua y chocolatada después de haber vomitado, que te lleva a vomitar de nuevo y lo único que tenés es un vómito porque el estómago se te cierra y te sirven un plato de fideos que te encanta pero ahora su olorcito a salsa de tomate y queso te da náuseas porque el estómago se te cierra y no podés tragar un sólo bocado porque el vómito está a punto, está amenazando con salir en cualquier momento y todo se vomita, se quiere vomitar todo. El vómito y el ahogo en el estómago por tragar tanta saliva, un poco de saliva por cada injuria que te tenés que tragar sin tener cómo apelar y extenuar hasta el cansancio los ojos hasta quedarse seco y tener rabia por no producir más lágrimas y la nada y sólo nos quedan el rostro rojo y los vasos sanguíneos que reventaron en las mejillas y las venitas que se abrieron en los ojos y en la nariz que también nos sangra a mares. Era de mentira, era de porcelana trucha imitación porcelana y por eso la taza se rompió tanto, porque cayó desde muy alto y porque el rebote no existió porque el rebote hubiese generado una segunda caída amortiguada y porque la caída del rebote y de la taza y del gato y del sillón y de la tele y de la película y de toda la casa se escuchó hasta 10 km. El estruendo de la caída y del desplome de tu casa pudo medirse en unidades simples y yo lo mido en mil millones de pestañeos más un plus de novecientos millones de palabras adjetivizadas… El modelo de gramática de historias, gramatizar una historia, contar una historia, volar una historia, prender fuego una historia, tijeretear una historia, doblegar una historia, dos grupos de representaciones inconciliables que no encajan y son incompatibles, además de que, una de ellas, más que inconciliable es insoportable porque devino representación obsesiva-compulsiva-fóbica-vómito despacio, más lento, más rápido, demasiada información comprimida en un zip y abriendo el frasquito salta todo de repente como el gas de una botella que te agitaron silenciosamente sin que supieses hasta que llegó el momento oportuno (o inoportuno). Las cosas que uno se entera con sólo preguntar. La náusea que me lleva a mirar para abajo cuando el tren para ahí y hacerme la dormida por 2 o 3 minutos porque lo negro de mi cerrar de ojos es menos dañino que el paisaje de alrededor. Porque sé que va a haber algún cartel grande con letras blancas y mayúsculas que me va a avisar en la cara en dónde paró el tren cuando frenó de repente porque alguien cruzó mal, porque alguien no miró y no vio la barrera baja y el auricular fue lo primero que salió despedido por el aire cuando ocurrió el impacto y las ruedas del tren se comieron todo lo que estaba entero, “¡Lo chupó! ¡Lo chupó!” lloraba entre gritos la madre, el traje que llevaba puesto quedó girando y deshilachándose entre las ruedas del tren y el crujir de los jugos gástricos se sintieron en todo el puto vagón porque adentro de mi adentro mis jugos gástricos me produjeron náuseas y me impulsaron a gritar “¡Se lo llevó, se lo llevó! ¿¡A dónde lo dejó!? ¿¡A dónde que no me di cuenta!?”... No importa, no importa la causa, efecto sí, efecto a posteriori, efecto rebote. Vómito, náusea, vómito reprimido, ay, náusea, filo, vomitosofía, ay, frío, ay, vómito filoso, mentira, vomito todos los fluidos corporales de los que me contagié en contra de mi voluntad y los labios no vírgenes eran manoseados por otros labios espurios que besaba sin saber que habían sido cómplices de un contacto anterior. Jugar a los enfermos, mentir la cara, tomar el tren, esquivar. Es de mentira, es de plástico. Mentira: si se rompió en muchos pedacitos cuando se cayó desde el borde de la mesada de la cocina porque estaba al borde de la cornisa que era de mentira y las balizas del auto que llevó a los mochileros los trajo luego del pecado de haber mezclado el fluido corporal con otro ajeno y luego volver a mezclarlo con el mío como si nada y el brebaje todo preparado y listo y ya está y a absorber la mezcla desde mi lado más tierno. Qué asco.


Véase también Monólogo del beso interior


Monólogo interior:
*Es un libre fluir de la conciencia. Reproduce los mecanismos del pensamiento, es decir, consiste en escribir como se piensa.
*Predominan los puntos suspensivos. No respeta el resto de los signos de puntuación. Está narrado en 1ra persona.
*Se utiliza, por lo general, para describir sentimientos oscuros o profundos o cosas ocultas.
*Cambia repentinamente de un tema a otro.
*Es similar a la página de un diario íntimo.
*No se tiene en cuenta al lector. No importa que este no entienda lo que se escribe.

4 comentarios:

Max dijo...

Vomitar es el acto opuesto a tragar.
Uno tiene tanto para vomitar, normalmente, luego de haber tragado mucho.

Esas ganas de vomitar comidas, insultos, amores, cariños, preguntas...

Prefiero equivocarme con tus ganas de vomitar a tener razón con tanto estómago inmutable que anda dando vueltas.

Anónimo dijo...

muy bueno :)

Maria Mercedes dijo...

Me encantó la irregularidad que describiste. Es cierto, los vómitos ( tanto los abtractos como los que no los son) suelen afectarnos desmedidamente. Genial este blog, suerte

Max - Pensando en dejar de pensar. dijo...

"Tuve una enfermedad malvada
Y esto no es más que un himno
De amarguras de amor..."